Maestro Cebrián

Año 2000, veintitrés añitos a mis espaldas. Tercer trabajo en mis historial laboral, no es el primero que hago noches, pero si el primero en el que el trabajo es suficientemente repetitivo, y que me permite escuchar la radio. Tampoco es la primera vez de esto, pero si el que, por la edad supongo, mas consciente soy de lo que escucho.
Un programa, La Rosa de los Vientos, con Juan Antonio Cebrián, en Onda Cero, ya de madrugada, cuadra perfectamente con mi jornada, lo puedo oir entero, salvo por el rato del bocata en el que el compañero se empeña en joderme el Pasaje de la Historia. Pero hay más programa, ya habrá alguna manera de conseguirlo algun día.

Asi pensaba ese año, bueno o malo según en que cosas, pero con un notable descubrimiento: LA ROSA DE LOS VIENTOS. A partir de entonces con rachas de más audiencia de mi parte y otras de menos, siempre he estado en contacto con el programa, y desde los mp3 continua. Y su locutor maestro de ceremonias Juan Antonio Cebrián al frente.
Cada cual tendrá su historia, pero yo sé de la mía. Y sé de esas noche de trabajo interminables, pero con la voz de Juanan contándome historias al oido, como sé de esos días cuando no hacía noches en que las grabaciones de un mp3 me alejaban de la soledad de algun trabajo, y el Cebri me llevaba a revivir las mejores batallas de la historia, o las vidas de los personajes mas importantes de la humanidad, o a conocer a licántropos, templarios, masones, cruzados, reyes, inventores o a otras tantísimas cosas más que hoy en día tengo deambulando por mi cabeza gracias a él, y a su forma de contármelo, y a su sabiduría, gracias a Cebrián.
Hoy, ya día 20 de Octubre, en el segundo aniversario de su último viaje y con una enorme tristeza, quiero dedicar humildemente, aunque solo sean estas lineas, que son solo mias porque salen de mis manos, a una gran persona, que se merece toda clase de adjetivos todos buenos, pero que yo resumo como MAESTRO. Realmente una porción bastante grande de mis inquietudes y de mis curiosidades se las debo a él.Te las debo a ti Cebri, gracias. No te alvidaremos.