Vidas II

30 de Octubre, 1945

Desde el colegio de Anguciana un paseo hasta la estación de Haro, y de allí un tren hasta Miranda de Ebro, todos cantando, todos ilusionados con ser sacerdotes y misioneros algún día, niños de once a catorce años y de Burgos, Logroño, Vitoria, Bilbao, Zamora y otros sitios.

"Adiós, querida Anguciana,
nuestra niñez te ofrecimos,
ya que el día de mañana,
tus memorias referimos"
-Que tengas mucha suerte.
El tren partió rumbo a Barcelona. Y allí se quedaron su padre y su madre, su papá y su mamá, no les volvería a ver en mas de veintitrés años, aunque él no se daba cuenta de eso en esos momentos.
Desde que salió del colegio Seráfico de Anguciana había visto ya muchas cosas nuevas para él. La experiencia ya había sido muy gratificante, ejercicios de lectura, cuentas, dibujos, cánticos..... cosas que en la pequeña escuela de Cellorigo no habría desarrollado como allí.
Pero aquel colegio le daría más alegrías.

-Y entonces viajarás bastante, unos meses hasta llegar al colegio donde vas a estudiar, como sabes para sacerdote- Cecilio era muy marcial, directo. Su caracter se había forjado allí, en los montes, como pastor, entregando todas sus fuerzas para el sustento de la familia, familia que poco a poco iba siendo mas mayor y se iba desmembrando. El pequeño Cecilio era el segundo en abandonar el hogar familiar, la mayor de sus hijas ya trabajaba como asistenta en Logroño para una familia. No era todo malo, Cecilio tendría una buena formación, una boca menos a la que alimentar y bueno....., Jacinto ya no dormiría en la cama de matrimonio, sino en la que dejaba su hermano, así ya tenia su espacio, en la habitación junto con Luciano, claro.
-¿Tu estas seguro de que quieres hacer esto?- Sofía apelaba a la inconsciencia de un niño de once años para forzar un titubeo, pero no lo lograba. A Cecilio le brillaban los ojos cuando se hablaba del tema, deseaba hacerlo, sentía tanta curiosidad por lo que había fuera de esas tierras... la curiosidad de un niño.

En los momentos de recuerdo hay detalles que no se olvidan. Depende de la edad con los que se tengan, para la sorpresa y descubrimiento de un niño pueden ser muchos. Uno de estos detalles de la Barcelona de 1945 para un chico de pueblo eran los fluorescentes, algo tan cotidiano más tarde, vaya con los fluorescentes....esa luz blanca....La energía de los chicos el día de la llegada a Barcelona aún daría para ver el Arco del Triunfo y reírse con los monos del Zoo. Un día completísimo.

31 de Octubre

Cabo de Buena Esperanza. Así se llamaba el barco con el que salieron de Barcelona. Eran las cuatro de la tarde, Cádiz esperaba..

Vidas I

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